Evita, 70 años

Alexia Abaigar
Alexia Abaigar

Feminismo Popular – Lealtad

70 años del paso a la inmortalidad de tantas Evitas… la amorosa, la combativa, la compañera, la descamisada, la montonera, la luchadora, la humilde, la poderosa. La amada por el Pueblo y la odiada por la oligarquía.

Pasan los años y seguimos encontrando nuevas aristas de esta Evita que transformó la historia de la política de nuestro país para siempre. Con tan sólo 33 años transcurridos en este mundo, dejó un legado inmenso que sigue siendo el faro de quienes abrazamos la justicia social como único horizonte posible en esta vida.

Evita, esa soñadora del interior de la provincia de Buenos Aires que supo hacerse camino en el mundo artístico en una época mucho más hostil que la actual para las mujeres, logró abrirse paso también en la política con su carácter arrollador siempre guiada por sus firmes convicciones sobre el mundo que los y las argentinas debíamos habitar.

Podría haber brillado sola junto a Perón, pero entendía que el movimiento debía ser grandioso para enfrentar a semejantes enemigos y por eso mismo, entendió que las mujeres –quienes en ese momento no tenían voz ni voto en la escena política– debían ser protagonistas de la historia.

Característico de su personalidad, no quedó en los discursos sino que accionó organizando a las mujeres para que finalmente accediéramos al derecho al voto a través de la ley 13.010 de 1947, la “Ley Evita”, y a la participación política. Se dirigía a las compañeras llamándolas “amigas”, y fue con ellas con quienes compartió el hermoso camino de la solidaridad y la consolidación de un proyecto que le otorgara al pueblo la alegría que merece.

Tal fue su capacidad de conducción de las mujeres que luego de dos años de la conquista del derecho al voto creó el Partido Peronista Femenino como ámbito de accionar político de todas. Por esto y por toda su obra es que terminó siendo depositaria del odio de la oligarquía, a punto tal que, luego de su paso a la inmortalidad, profanaron y secuestraron su cuerpo durante más de 16 años.

¿Cómo apropiarnos y resignificar el inmenso legado de Evita?

Evita trabajó hasta el último suspiro por la grandeza de la Patria, sin flaquear a pesar del deterioro de su cuerpo, de los dolores insoportables, hablándoles directamente a sus compañeras y a sus descamisados para recordarles el rumbo, que era la lealtad absoluta a Perón. Con pasión irrefrenable, jamás titubeó en abrazar a los desprotegidos y condenar a los enemigos externos e internos.

En estos tiempos turbulentos, de tanta incertidumbre, recordar la vida y obra de Evita nos ayuda a despejar las incertezas y los sinsabores para volver a la piedra fundamental de nuestro quehacer político: levantarse cada día con la convicción de que la única posibilidad de alcanzar la alegría del pueblo es construyendo comunidad organizada. Ella nunca dudó, entendió que Perón era la persona que sintetizaba los principios de la justicia social y por eso a través de sus Centros Cívicos, de su participación política y sindical, y particularmente del armado de la rama feminista de su partido, generó las herramientas necesarias para defender a Perón ante todos los ataques para proteger, en última instancia, los intereses de los y las humildes.

Hoy la tenemos a Cristina. Somos contemporáneos y contemporáneas de una mujer con la fuerza arrolladora de Evita, que siempre nos marca el rumbo a la militancia, a la dirigencia y a toda nuestra América Latina. La tarea que tenemos es clara y sencilla: debemos continuar engrosando y profundizando la Lealtad a Cristina, con el fervor que Evita nos enseñó. Confianza inconmovible en la conducción y profundo amor por nuestra conductora hasta que todo sea como lo soñamos.

Mejor que hablar de Evita es escucharla, verla y leerla. Por eso compartimos, aquí, un fragmento del último discurso que nos regaló en vida, frente a una multitud en el balcón de la Rosada, dos meses antes de su partida y transida de dolor por una enfermedad que ya no le estaba dando tregua. Pero siempre, siempre, junto a Perón:

“…aquí estamos los hombres y las mujeres del pueblo, mi General, para custodiar vuestros sueños y para vigilar nuestra vida, porque es la vida de la patria, porque es la vida de las futuras generaciones, que no nos perdonarán jamás que no hubiéramos cuidado a un hombre de los quilates de Perón, que acuñó los sueños de los argentinos, dignificando al pueblo trabajador.
Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista.
Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora, porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras; entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido el país y sus conciencias; porque nosotros vamos a cuidar de Perón más que si fuera nuestra vida, porque nosotros cuidamos una causa que es la causa de la patria, es la causa del pueblo, es la causa de los ideales que hemos tenido en nuestros corazones durante tantos años.”

1 de Mayo de 1952, balcón de la Casa Rosada.

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